Clases en la Hofmann, Recipes

VISITA A LA ESCUELA HOFMANN

Una mañana de enero llegué a la mítica escuela y me hizo un tour Jean Paul (me puso de muy buen humor su nombre de cocinero 100%). Era como adentrarme en la cocina parisina de Ratatouille de Pixar. Muy amablemente, me sentó en un patio andaluz muy agradable y me explicó en qué consistía el curso por el que me había interesado.

Hay de todo tipo, dulces y salados, diurnos y nocturnos, cortos y largos. El mío se llama CURSO INTEGRAL DE COCINA, y es dulce y salado, diurno y largo. Dura un año y consta de una sesión semanal de 5 horas (¡sin descanso!). Dividido en 4 trimestres: técnicas culinarias, cocina de tradicional, cocina moderna y por último, cocina de autor.

Le pregunté a Jean Paul por este último trimestre y me contestó lo que yo me temía: “el autor eres tú mismo”. No hay que reinterpretar platos, hay que inventárselos. Sí, sí, inventar. Idear. Concebir. Crear. Y como dice Alberto, que hizo el mismo curso en el 2006 y quien me impulsó a hacer este blog, no vale ponerle jamón al huevo. Repito, inventar.

Jean Paul me enseñó las maravillosas cocinas de la escuela y me paseó por una clase de repostería que olía a ángeles y por otras dos del curso integral, donde había una docena de personas con la bata blanca y con las manos en la masa. Me presentó a Lluís Rovira y una mujer de la clase me miró y me dijo satisfecha “Esto es lo mejor que hay”.

Pasadas unas semanas, el 9 de febrero, llamé a la escuela y me dijeron que sólo quedaba una plaza. ¡¡Horror!!! ¡En mi fantasiosa cabeza yo ya me había apuntado! Le pedí por favor a la secretaria que me guardara la plaza. Por favor, por favor.

Era el día de mi cumpleaños y tras celebrarlo comiendo la TABERNA DEL CLÍNIC con mis padres y Alex, mi pareja, y motivada por la maravillosa cocina de este restaurante, bajé corriendo a pagar la matrícula. Llovía e iba sin paraguas, como siempre. Llegué mojada y sin aliento y tenía la típica mirada medio de susto e incerteza que caracteriza el desconocimiento del funcionamiento de un lugar, pero lo conseguí. Ocupé la última vacante. Entré por los pelos.