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PUBLICIDAD Y COCINA

Hace poco más de un año, y tras 7 años de duro trabajo, dejé atrás un puesto como directora de arte en DDB Barcelona, una agencia de publicidad multinacional. Me quedé embarazada de mi primer hijo y aunque me encantaba mi trabajo, me cambiaron las prioridades.

Así que aquí estoy, un martes lluvioso por la mañana, tratando de empezar este blog. Tengo a Simón, de 11 meses, gateando a mi alrededor y reclamando mi atención, pero he puesto jazz de los 50s y muchos obstáculos en su camino para desmontar y parece que lo tengo entretenido unos minutos.

Al dejar la DDB, atrás se fueron años de jornadas largas y noche cortas.

Y sobretodo dejé atrás cenas a domicilio (agencia=domicilio). El problema era que cuánto más llenaba mi estómago de asquerosamente rica comida “basura”, menos llenaba mi nevera. Y así pasaron los años, con una cultura culinaria bajo mínimos.

Pero ahora soy madre. Y quisiera que en mi casa se comiera como en las casas de casi todas las madres. Mi propósito a partir de ahora, es este.

Nos hemos mudado de barrio. En este no hay pakis ni Opencors, mis dos establecimientos compatibles con mis jornadas extensivas publicitarias.

En el barrio está el maravilloso MERCADO DE LA LLIBERTAT, pero aún no he conseguido ir, (no tengo perdón) pero sí a la pescadería PERE de la calle Carolinas que la tengo a la vuelta de la esquina.

El día que fui, mientras aguardaba en la cola y se acercaba mi turno, me ponía cada vez más nerviosa. ¿Qué pediré? ¡No distingo un mero de un lenguado! Llegó mi turno, se hizo un silencio y pedí calamar señalando al calamar, pero me dijo el buen hombre que era sepia. Con esto lo digo todo.

No me atreví a pedir demasiados mejillones, porque desconocía el precio y estamos en tiempos de crisis, así que me quedé con un ridículo puñadito y luego vi que eran muy económicos (sorry mi amor, sé cómo te gustan).

El finde pasado fui al Acuario y pude identificar en la pecera mediterránea, algunos peces que vi en la Pescadería aquel día. Me hizo gracia verlos coletear, ya que siempre los he visto muertos y cubiertos de un ataúd de hielo. Qué incultura la mía.

La situación pedía a gritos enmienda. Tenía que ir más allá de hervir arroz, cortar lechuga iceberg y hacer pastas varias.

A la vez he descubierto algo maravilloso en mí, una gran revelación. Quiero trabajar con las manos.

Todo me llevaba al mismo sitio: clases de cocina. Decidí aprovechar mi disponibilidad y apuntarme a un curso de cocina nada más y nada menos que en una escuela que cuenta con una estrella Michelin desde el 2004. Iba a aventurarme un día a bajar al Borne a la ESCUELA HOFMANN a pedir información.

Así podría seguir trabajando como hacía en publicidad, trabajando en equipo y de forma creativa. Me puse muy contenta porque descubrí lo que verdaderamente quería hacer. Además de morirme de ganas de aprender, hacer una incursión en una escuela de cocina para profesionales, es un gran reto y una diversión para personas competitivas y aventureras como yo.

Un pensamiento en “PUBLICIDAD Y COCINA”
  • lisiiiiiiiiiiiiiii, me encanta como escribes! es que me parto contigo! te estoy viendo con limón alrededor tuyo y tu escribiendo como una loca!!! por cierto yo siempre te he tenido como una directora de arte muy artesanal y manual. lo digo por lo que comentas de trabajar con las manos. siempre has sido muy cariñosa con todo lo que haces. y eso lo da el calor de las manos y no el frío del mac. un beso muy fuerte y aúpa cocinera!!! jr
    (pd. cocina para miiiii)

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