El otro día fuimos al Mercado de la Llibertat, que es fantástico. Dentro, además de haber puestos maravillosos de embutidos, verduras, pescados y legumbres, hay dos cosas interesantes que te resuelven la compra en un mismo sitio. Hay un Bonpreu dentro del mismo mercado y también hay una panadería, y no cualquiera. Una panadería que venden, nada más y nada menos, que pan. La iniciativa es de Rafael Campos y Ronit Stern, él español y ella francesa, ex empresarios del mundo textil, que vendieron con suerte y tras recorrer mundo, decidieron abrir su primera panadería en la calle Valencia 246 (entre Rambla Cataluña y Balmes). Aquí encontrarás pan de verdad. Su pan no es caro, aunque cueste más que en otros sitios. Además, si compras alrededor de las 20h de la tarde, antes de cerrar, te ofrecen otro a mitad de precio. En Crustó encuentras panecillos vieneses (para hacer huevos al panecillo), panes de olivas, de nueces, brownies, focaccias, milhojas, chapatas, provenzales, de payés… y valen su peso en oro. Además, estéticamente está todo cuidadísimo. A esto se le llama una panadería. Al pan, pan, y al vino, vino.
