Es un título indescriptivo, pero llevo demasiado rato dándole vueltas y ya lo quiero publicar. Hoy día 8 de agosto va a ser una fecha memorable para mí, gastronómicamente hablando.
Este mes, como el año pasado, hemos alquilado una casa preciosa en Madremaña, un pequeño pueblo del Empordà. Can Bosch de Dalt es el nombre de la masía. Y como su nombre indica, está en lo alto de una montaña que forman Les Gavarres. No vemos más que árboles a nuestro alrededor y nos envuelve el sonido de las chicharras y pájaros durante el día y las hojas agitadas por la leve brisa por las noches. El objetivo sería llegar a aburrirse, si es posible en un paraje así de maravilloso. A pesar de ir detrás de Simón todo el día, he sacado tiempo para cocinar (tortilla de bacalo, albóndigas con sepia, codornices napadas en miel y sésamo, merluza en salsa verde…). También, por las noches, puedo leer mi libro “Eat, pray, love” y me está gustando mucho. Aunque la mayoría de las noches me tumbo en la cama y simplemente miro el techo.
Puedo hacer casi todo lo que nunca dedico el tiempo suficiente a hacer, que es una mezcla entre hacer de todo y no hacer nada.
Antes decía que hoy era un día especial… Y es que nos ha llegado un mail de Sino, Carmen, Los Vilà, Rafa y Montse, que vinieron todos a nuestra boda, que nos invitaban a un menú estival degustación con su respectivo maridaje en El Celler de Can Roca. La invitación y regalo de boda es o bien ir dos veces o invitar a una pareja. Hacía mucho que queríamos ir y estamos entusiasmados. Llamaremos mañana a ver si hay mesa para agosto, aunque ya nos han dicho los vecinos belgas de mis padres que llamaron la semana pasada y estaba “fully booked”.
Esta ha sido la sorpresa del día número 1.
La sorpresa número 2 ha venido cuando íbamos en coche Alex y yo a las 19h y ha sonado el teléfono. No hay apenas cobertura, pero Alex ha contestado y con su sonrisa repentina y palabras de exclamación ha dicho “Muchas gracias”.
Ha colgado y gritando me ha dicho “Tenemos mesa en El Bulli”.
El martes, o sea, pasado mañana, tenemos mesa para 4 a las 20:30.
Y aún no tenemos con quien ir!!!
Además estamos sin cobertura, o sea, sin internet. Escribo desde mi móbil en el jardín. No creo que pueda hablar de mi experiencia en El Bulli tecleando en el Iphone…
Estoy tumbada en una tumbona boca arriba y sólo veo las siluetas negras de los cipreses. El aislamiento es brutal sin embargo hoy, me siento bastante cerca de todo.