Y lo demás son tonterías.
Hoy Lluís nos ha enseñado a hacer un huevo frito. Se cubre de 4 dedos de aceite de oliva una ollita de unos 15 cms de diámetro. Se utliza aceite de oliva, porque aguanta mejor las elevadas temperaturas en las que se tiene que freir un huevo (unos 175 grados) y porque se puede reutilizar para hacer un par de huevos más (el aceite de oliva aguanta sólo la cocción de un huevo frito, y ya hay que deshecharlo después).
Cuando empieza a salir un poco de humo, se sabe que el aceite está listo. Se puede mojar el dedo en la clara y echar esa gota al aceite para ver si ya está lo suficientemente caliente. Se preparada el huevo y se pone abierto en un pequeño cuenquito con los laterales ladeados, para que sea más fácil de introducir en el aceite y para que no caiga bruscamente y se rompa la yema. Se tira el huevo con cariño en el aceite y, con una espumadera, vamos llevando la clara, con un movimiento ascendente, a un lateral de la olla. Como si hiciéramos un paquetito. Luego, lo giramos y hacemos lo mismo del otro lado, de modo que quede la yema envuelta por la clara. La yema no la vemos, queda dentro.
Se saca con la espumadera con cuidado y se sirve. Por lo visto, no hay otra forma de hacer los huevos fritos. Es como un Kinder Sorpresa, el regalo está dentro.