Big J’s. Aribau, 18, Barcelona. Teléfono: 933 015 454
Mi amiga Miriam nos envió por email a Carrie y a mí la web de este restaurante, y dado que somos 3 americanas y en algún momento comentamos lo genial que sería abrir un dinner de verdad en Barcelona, pensamos que estaría bien ir a cenar las 3 un día. Pero al meterme en su web, no me pude resistir, desde ese momento sólo tenía el Big J’s en la cabeza. Tanto es así, que dos días más tarde, un domingo de esos que te levantas muy temprano (debido al efecto despertador del pequeño ser de año y medio que habita con nosotros) y que a las 13h ya estás lista para el atracón, se me ocurrió ir al Big J’s con mi familia, pensando que era un lugar adecuado para ir con Simón. Y lo fue, porque como llegamos tan pronto, escogimos la mesa con el coche encima nuestro y fue la atracción del lugar. Pero creo que, desgraciadamente, este coche fue lo más interesante de la comida… En vez de llamarse Big J’s debería llamarse Big D’s, con d de decepción. Incomprensiblemente este restaurante es el segundo que abren en Barcelona, el primero está en la calle del Carme.
Pedimos de todo, porque como he dicho, llegamos con un agujero en el estómago y yo venía con muchas ganas: mozzarella sticks, onion rings, nachos, nuggets, patatas fritas, hamburguesas. Un verdadero festival teniendo en cuenta que eramos 2,1 personas. Pedí todo aquello que con naturalidad siempre pido en USA pero que jamás he degustado en Barcelona. Estaba entusiasmada, pero cuando llegaron los platos, llegó consigo la decepción. Los nuggets eran tan malos que a su lado los de Mcdonalds tienen una estrella Michelin (ni Simón se los comío). Los nachos no estaban ni crujientes, como si la bolsa de chips hubiera estado abierta un mes antes, y el guacamole dejaba mucho que desear. Los onion rings raquíticos, daban pena. La hamburguesa con la loncha de queso por encima completamente entera, es decir, sin derretir. Hamburguesa fría. Y la calidad de la carne de la propia hamburguesa ya no digamos. El pan recién sacado de la bolsa, sin tostar ni calentar. Quizá estoy exagerando porque he comido toda la vida en USA estas delicias del fast food que están asquerosamente ricas y tengo el listón muy alto. No sé quién es el cocinero, pero recomiendo un stash en cualquier dinner de NY durante, al menos, 6 meses.
Espero no conocer nunca a los dueños de este “dinner” tras esta fulminante crítica que pongo en el apartado de “mejores hamburguesas de la city” porque creo que si así puedo evitar que alguien se lleve la decepción que me llevé yo, todo eso que ganamos. Aunque sí lo recomiendo para ir con niños, porque pueden estar encima o debajo de la mesa y correr de un lado a otro del local y, la verdad, los camareros son enrollados y no tienen la culpa. Además hay unos dibujos en las paredes tipo cómic que también son distraídos.