Los propietarios de La Burg, mis amigos Adrián Milá y Claudio Hoyos, acaban de abrir este mes de Junio El Filete Ruso, su segundo restaurante de hamburguesas en Barcelona, siguiendo la filosofía del Slow Food, que responde a 3 requisitos: bueno, justo y limpio.
El Filete ruso está ubicado en una zona inmejorable, donde estaba el antiguo Ottimo, en la calle Enrique Granados 95 (esquina con Rosellón). Teléfono para reservar: 93 217 13 10. Tener un local en esta calle es un lujo, y no sólo por lo céntrico que está, sinó porque está sito en una de las calles más maravillosas de la ciudad por su amplitud, agitación calma, con espacio para poner una terraza (la tienen abierta tanto en verano como en invierno), hay carril de bici, mucho parking para motos, árboles preciosos, muchos restaurantes y comercios y además le tengo un cariño especial porqué pasé 7 años de mi vida trabajando en Tandem, que está delante de El Filete Ruso, agencia a la que guardo enorme cariño. En fin.
El restaurante se llama El Filete Ruso porqué es así cómo se llamaba la antigua hamburguesa española, que es carne picada mezclada con harina, ajo y perejil y rebozado en huevo y pan rallado y frito en aceite de oliva. Estaba tan excitada de ver a mis amigas tras la boda y comentarla, que no le presté atención suficiente a la carta y desgraciadamente no pedí el Filete Ruso, cosa buena ya que tendré que volver a degustarla. En su carta hay una selección de 13 hamburguesas, principalmente hechas con carne de ternera ecológica, mejor dicho, biodinámica. La diferencia principal respecto a su otra hamburguesería, La Burg, es que ahí hacen las hamburguesas con carne de buey pasturencco, que es de color rojo intenso, sabor fuerte y textura consistente.
La carne biodinámica de ternera de El Filete Ruso integra ganaderías, pastereo y servicultura. Es una carne pues de máxima calidad, comprada directamente al productor (parte de la filosofía Slow Food).

En su carta destaca, cómo no, la hamburguesa Filete Ruso, la hamburguesa clásica, la californiana (ternera, queso, bacon crujiente, salsa barbacoa, aguacate, pepinillo y cebolla a la plancha), la catalana (pimiento escalibado, espinacas, nueces y romesco), la francesa (ternera, berengena, tomate, queso Brie y mostaza de Dijon)

, la montaña (ceps, espárragos trigueros y queso de cabra), una de pollo, y sorprendentemente una de steak tartar con pan de coca y huevos de Calaf y alcaparras de Ballobar (semillas recuperadas porque estaban en peligro de extinción) y una vegetal (judías del ganxet, arroz del Estany de Pals, champiñones, lechuga y tomate. También hay ricas ensaldas y tapas apetecibles como los aros de cebolla, bravas, champiñones al horno con queso, jamón y nueces o patatas al horno con alioli de manzana y bacon. Tabmién cuenta con pasteles artesanos como la pulga de chocolate -que nos pedimos para compartir-, brownie y pastel de queso Philadelphia. Sorbetes artesanos y una equilibrada carta de vinos que marida bien con las hamburguesas. También hay cerveza artesana del Montseny y cerveza Pilsner Urquell (que es una cerveza checa precursora de las rubias).
Quedé con mis amigas del alma para comer ahí y por mi boda, me dieron este maravilloso paquete, en el que había una preciosa caja marroquí que contenía un vale por un excitante viaje a Marraquech para dos personas un fin de semana. Comida rica slowfood en una calle predilecta con la compañía ideal, con solazo y café y risas en la terraza. ¿Qué más puedo pedir?