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Café Yamane, un japonés japonés

Café Yamane. Calle Brusi 47. T 644 411 619. Precio medio: 20-25 euros. Cocina ininterrumpida.

Ame en el Café Yamane
Ame en el Café Yamane

El Café Yamane es un pequeño rincón delicioso y escondido en nuestra ciudad. Tanto es así, que hasta me cuesta escribir este post y revelar uno de mis lugares predilectos y en los que, hasta ahora, siempre encuentro mesa con facilidad.  No sólo es un lugar diminuto donde caben apenas 12 comensales, es un lugar auténtico. Un verdadero japonés, llevado por Ame y Tatsuya, una joven pareja procedente de Tottori, una bella región al sur de Japón.

Hay que remarcar que el Café Yamane no es un restaurante japonés regentado por chinos como la mayoría. El Café Yamane es un lugar discreto, por el que puedes pasar por delante docenas de veces y que pase desapercibido. Y así son los restaurantes en Japón, con letreros apenas inexistentes y en los que encuentras pequeños remansos de paz para estar cómodo y tranquilo y degustar deliciosa comida casera. El Yamane se llama Café porque así lo es entre horas. Puedes ir tranquilamente a tomarte uno de los maravillosos tés que ofrece en su extensa carta junto con un dulce casero y mientras leer una revista o comic de importación. Siempre suena jazz de los 60s y al ambiente es cálido. Parece que formes parte de una escena de In the Mood for Love, película que inspiró el nombre de este blog, con luz ténue y espacios íntimos y pausados.

Café Yamane, abrió sus puertas en el año 2009 con el Yamane del Borne (Allada Vermell 10) y en el 2011 lo hizo en la zona alta. Tatsuya está en el Borne y Ame en Brusi. Pero los dos lo llevan solos. Sirven y cocinan, toda una lección de trabajo duro, dedicación y humildad. Como comensal, no se puede ser impaciente, hay que comprender que las elaboraciones son delicadas y se hacen con maestría, así que paciencia. Cuando llegue tu plato, te darás cuenta de que la espera habrá valido la pena con creces.

Ahora hablemos de la carta. Han seleccionado platos diversos de Japón que creen acertados para el paladar español, intentando huir del sushi. Aún así, no han podido resistirse a ofrecer dos makis, aunque Ame siempre procura que pruebes algo diferente. Nosotros tomamos un inolvidable Mini Sukiyaki Set, que es una fondue de mesa con lonchas finas de ternera que debes mojar y cocer en un exquisito caldo muy caliente de tofu y verduras y luego pasarlas por un huevo crudo. Los sabores son indescriptibles. Un sabor fuerte de caldo concentrado con regusto dulce. Me muero. También tomamos salmón y atún fresco cortado y mezclado con una salsa picante y acompañado por bolas de arroz. Otra de las especialidades son los soba, en concreto los Soba Cups, que van acompañados de salmón y aliñados con hojas de Shiso. El Miso Tsukemen también es uno de los favoritos, con tallarines frescos con chasu (carne de cerdo asada) con caldo de miso para rehogar. La carta es maravillosa, y creo que está bien probarlo todo, porque cada plato supera al anterior. La carta es estacional y va cambiando, pero siempre ofreciendo platos hechos con mucho, mucho cariño.

Y hay que dejar un hueco para los postres, ya que Ame, estudió pastelería en París y son caseros y maravillosos. Me pide por favor que aclare que el popular mochi significa siemplemente pasta de arroz, que puede ser tanto dulce como salado y cocinado de varios modos. Cuando pedimos un mochi de postre, lo deberíamos denominar daifuku mochi, que es el pastel de arroz relleno normalmente de mouse de té verde o de fresa.

También ofrecen un exquisito curso para aficionados sobre cómo cortar apropiadamente el pescado dependiendo si es sashimi o nigiri. También a distinguir el sabor del yellowfin y del bluefin. Como no, el pescado viene de Josep Arrom, profundo conocedor de cómo les gusta el pescado a los japoneses. Hay que ser muy cuidadosos, sobretodo no darle golpes. El curso debe ser muy interesante, sobretodo de la mano de Ame, que es una persona discreta y callada, pero con muchísimo conocimiento sobre su cultura y gastronomía.

Y una historia bonita para acabar. El restaurante se llama Yamane, que es un nombre que le pidieron prestado a la familia de Tatsuya. El nombre era de la empresa familiar que fabricaba hilos para coser y que creyeron que les podría dar suerte para abrir su propio negocio en Barcelona. Y así ha sido, porque es un lugar con un encanto especial, bello y delicado y con una gastronomía muy pontente.