Restaurante Ten’s. Rec 79, Borne. T 93 319 22 22. www.tensbarcelona.com
En los bajos del Park Hotel en Barcelona, en pleno barrio del Borne, encontramos Ten’s, que se abrió en Junio del 2012. Ten’s es un restaurante que ofrece exquisitas tapas de autor. Son tapas de autor, pero hay que aclarar que no son de uno cualquiera, sinó del chef más joven en ser galardonado con dos Estrellas Michelín. El chef no es nada más ni nada menos que Jordi Cruz, quién estaba al mando del Àbac. Por ese motivo, el Ten’s sigue la misma filosofía que el Àbac de combinar a partes iguales la tradición y la vanguardia. El nuevo restaurante Ten’s es del magnate de la hostelería barcelonesa, Josep María González, que tiene a sus espaldas el Àbac, el Cram, The Mirror, o lo que es lo mismo, Cruz, Gaig o Pérez, entre otros.
Hablemos un momento de Jordi Cruz, porque su trayectoria es interesante. Nació en Manresa (Barcelona) en 1978 y pese a su juventud, ha recibido a lo largo de su carrera 4 estrellas Michelín, además de numerosos premios. A los 14 años ya trabajaba en una cocina y a los 24, se convirtió en el chef español más joven y el segundo del mundo en obtener esta distinción. En mayo de 2010, tomó la iniciativa de Àbac Restaurant&Hotel de Barcelona y fue premiado como Mejor Restaurante de Cataluña 2011 por la Academia de Gastronomía Catalana, y con 2 Estrellas Michelín en 2012. Es el autor de ‘Cocina con lógica: la técnica y los conceptos de la cocina de Estany Clar’ y ya está escribiendo su segundo libro. Define su gastronomía como “evolutiva e inquieta, basada en el producto y donde la creatividad y la tradición se combinan”. Dentro de su profesión, la coherencia y la claridad de su cocina de vanguardia han destacado entre cambios de la moda y las tendencias. Ahora sus conocimientos en cocina pueden verse trasladados en el talent show de cocina de éxito internacional: Masterchef.
En el Ten’s tomamos entre dos personas (se sugiere compartir de 4 a 5 tapas por pareja) unas patatas bravas con alioli espumoso y sofrito picante (que me sorprendieron por la textura y delicadeza de su alioli), unas anchoas ibéricas con aguacate y ensalada (me decepcionaron, me las esperaba más suaves en textura y de mayor tamaño), un huevo a baja temperatura con parmentier de patata, gouda viejo, migas de jamón y rúcula (más bueno sobre papel), unos calamares a la andaluza con alioli de citronela (bueno pero muy pobre presentado) y por útlimo un arroz venere con gorgonzola con cigala asada, nueces y rúcula (exquisito). Ya sabemos lo que ocurre cuando las expectativas están muy altas sobre un sitio. No fue una gran decepción, pero debo decir que cuando llegamos y leímos la carta estabamos exaltadísimos de la ilusión que nos hacía estar ahí. Mientras esperamos, pedimos una caña que estuvo muy bien tirada la verdad, y las expectativas no hicieron más que crecer. En seguida vinieron los platos y lastimosamente algunos nos dejaron indiferentes. No quiero pensar que siempre sea así. Quizá Jordi Cruz lo tenga un poco abandonado con las grabaciones del programa Masterchef, no sé qué pensar… No puedo criticar su cocina, me parece muy osado por mi parte, pero sí puedo decir que lo noté un poco desalmado. Al camarero, que fue muy amable, pero una cosa no quita la otra, le pregunté sobre el orígen del pan (es un dato que siempre me gusta tener) y no supo contestarme. Me sorprendió viniendo de un lugar de esta categoría. Otra cosa que me sorprendió negativamente era lo vacío que estaba. Sólo compartimos comedor con otro grupo de comensales, lo que hizo un poco fría nuestra experiencia.
La decoración está bien, a mí entender es correcta, pero la iluminación muy homogénea, y no invita mucho a una noche relajada y agradable. Pero lo pasamos bien, nos reímos muchísimo y fue una experiencia conocer de nuevo la cocina de Jordi Cruz, que en el Àbac no me dejó ni por asomo indiferente, todo lo contrario. Quiero pensar que cuando él está encima de todo no se pasan detalles como una presentación de un plato mediocre ni unas luces poco ténues que invitan al comensal a estar más a gusto. Pero hay un dato importante que hay que conocer: el precio. Al final pagamos menos de 20 euros por persona y comimos tapas de autor. Sí es verdad que son tapas, pero son tapas elaboradas y se supone hechas con ingredientes de primera calidad y como he dicho antes, sobre el papel suenan muy apetitosas. Sólo espero que cuando vuelva a ir (le daremos otra oportunidad pasado junio, que es cuando acaban de rodar la primera edición de Masterchef), sea otro cantar, porque ya se sabe, cuando el gato no está, los ratones bailan. Para mí está claro que distó de ser un 10, aunque mis expectativas, como he dicho antes, eran muy elevadas dada mi maravillosa e inolvidable experiencia en el Àbac.