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KINFOLK MAGAZINE

El precioso paquete que recibí
El precioso paquete que recibí

Tengo en mi posesión un preciado tesoro: el número 2 de la revista Kinfolk. El número 1 anda muy buscado, y ya lo intentaré obtener en alguna subasta dentro de 10 años cuando sea rica y famosa y pagaré por ella 1,000.000 de dólares. De momento, os contaré lo que sé de Kinfolk a través de su segundo ejemplar, toda una delícia la cual leo como si de un libro de cuentos cortos se tratara. Llevo un mes con ella en mi mesita de noche (que en realidad, por falta de mesita, uso una darbuka), y no sólo porque soy una slow reader, sinó porqué me gusta saborearla bien. Encontrar el momento perfecto para poder apreciar sus relatos, adivinar lo que sugieren sus fotografías y recrearme en esos pequeños grandes momentos que describe. A veces me encuentro a mí misma ensimismada, ensoñada, en una sola página durante más de media hora. Y no me importa.

Kinfolk, como mencioné en un post anterior, fue un maravilloso regalo del equipo de ::frescota:: por mi cumpleaños en febrero.  Es una revista americana que tan sólo saca 4 números al año, y al tenerla entre tus manos conprendes el porqué. Kinfolk no es cualquier revista, es una joya en 2D. Es una exquisitez tanto gráfica, fotográfica y escrita. Kinfolk se manifiesta como una comunidad de artistas con el interés común en las pequeñas reuniones entre seres queridos, lo que en inglés se llama small gatherings. Y no las reuniones que implican las BBCs (bodas, bautizos, comuniones), sinó esas reuniones improvisadas entre amigos donde lo más importante es la energía que se crea al juntarse. Esas reuniones en las que la comida o la puesta en escena no es lo más importante. Kinfolk nace con la idea de casar arte/diseño con el amor por pasar tiempo de calidad -sin grandes extravagancias- con la familia o amigos.

Saboreando Kinfolk
Saboreando Kinfolk

La revista no habla de cocinar, de recetas o de comer, sinó de valorar esos pequeños momentos que te brinda la cotidianidad, así que, hay que leerla bajo su filosofía. En mi caso, después de un laaaaaaaaaargo día, me he puesto cómoda, me he hecho una taza de indian chai y la observo humear mientras me cubre una manta. El sol se está poniendo y Simón ve el Patito Feo a un volumen bajo (hasta el dvd escogido es Kinfolk, ya que es la versión original de 1939 y no puede ponerme más in the mood). Hay silencio y puedo hojear y de pronto levantar la vista sin molestarme lo que veo y volver a leer con serenidad, como la revista merece. Sin prisa, sin presión, disfrutando, al más puro estilo Kinfolk. Y eso no sucede a menudo en mi día a día, así que me emociona este momento y vivo el momento de verdad.

La portada
La portada

Los articulos son variados y se valoran las pequeñas cosas de la vida como por ejemplo despertarse antes que nadie en tu casa y disfrutar del silencio con tu taza de café preferida, cómo tener el picnic ideal, cómo es una cena a la luz de las velas…
Los textos son relatos cortos, y están escritos de forma simple, directa y muy sentida. Son grandes revelaciones sin pretensión de los pequeños placeres de la vida. Las fotos son preciosas, de esas que uno no se cansa de contemplar porque te transportan a ese gran momento que comparten, sintiendo la luz, el sonido, la temperatura y hasta el olor. Son tan generosas (en formato también) como intimistas ya que los momentos son robados, convirtiendo esos instantes en la poesía de nuestro día a día. Me detengo, como he mencionado antes, durante largos instantes en algunas que parecen cuadros de Ingres en el uso del color y de Vermeer en la temática. Son verdaderas obras de arte.