Hace 2 viernes nos invitaron a cenar a su casa Alberto y Cris. Fue una cena íntima y relajada. Pi se encargó de ir a comprar 4 centollos y los preparó por primera vez con mucho cariño. Se enfrentó a ellos en su cocina y se peleó intentando abrir sus cabezas con un cuchillo y hizo una verdadera escabechina. Acabó la cocina entera y él mismo salpicados de líquido de centollo. Tuvo que recurrir a la llamada de su madre, que le dijo que las cabezas se abrían fácilmente con la mano, y así lo hizo. Finalmente, en la bandeja, faltaron esas dos cabezas, pero estaban las patas del resto, que estaban buenísimas. Fue una cena de lujo, tanto que me han pedido que no haga este post, porque el futuro de sus invitados quizá no sean deleitados con este tipo de manjares. Gracias Pi-Canos.