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CORNELIA, UN RESTAURANTE DENTRO DE UN MERCADO

Al más puro estilo NY, echando pimienta en los platos
Al más puro estilo NY, echando pimienta en los platos

Cornelia, the daily picnic store: calle Valencia 225, 08007 Barcelona. T: 93 272 39 56. Precio medio: 40 euros.

Me he enamorado del concepto: un restaurante dentro de un mercado. Es uno de los sitios más divertidos en los que he estado en Barcelona. Tenía una cena con 4 amigas que hacía 5 años que no veía y los mails que corrían entre nosotras prometían una noche de juerga infinita y pensé que el Cornelia sería el sitio perfecto para ir, y así fue. Llamé semanas antes y me dijeron que no hacían reservas, que sólo podríamos tener mesa si llegábamos antes de las 21h. Y así lo hicimos, y sorprendentemente era la única mesa que quedaba libre. Como llegué la primera, me pedí una caña y unas alacachofas fritas como hago siempre en los restaurantes del grupo Tragaluz, aunque en este caso es Carla Tarruella quien ha llevado a cabo el proyecto sola. Me antendió muy amablemente Carles, atento, apuesto y profesional camarero y fue el que me llevó de recorrido por los “puestos” del mercado. “Todo está en venta en el Cornelia, hasta los camareros”. Y la verdad es que la frase dió mucho de sí entre mis amigas, dado que el tal Carles, además de ser un gran profesional, es un apuesto caballero.

El Cornelia está abierto desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la madrugada ofreciendo una cocina ininterrumpida que sólo hace que sumar puntos a este atractivo “restaurante-tienda gourmet”. Cuesta escribir la palabra restaurante junto al Cornelia, porque es mucho más que eso. Un sitio informal pero con una selección y presentación de productos de lo más formal. Es un sitio febril en el que puedes entrar a comprar pan (es el espacio que está más cerca de la calle) que lo hacen ahí mismo y es el que luego te sirven mientras comes. El claim es buenísimo, “the daily picnic store”, daily por cotidiano, picnic por reinventar la palabra restaurante y desenfadarla y store porque está todo en venta (hasta las sillas y mesas), un sitio donde puedes entrar y curiosear, pararte a comprar pan y jamón en la charcutería y hacerte un bocadillo ahí mismo. Puedes comprar entre una selección de aguas, foies, quesos, vinos (descorcharlo en el Cornelia cuesta 6 euros), comida para llevar, dulces… y todos los productos de altísima calidad y de muy cuidado packaging. La estétita del Cornelia es para mí insuperable, ecléctica, viva, fresca, contemporánea. Yo que he vivido en Nueva York y la mitad de la sangre que corre por mis venas es de ahí, diré que su influencia es más que evidente. Hasta el nombre del restaurante es una calle del West Village, donde vivía yo y donde iba frecuentemente al Cornelia Street Café, un pequeño local de toda la vida donde hacen conciertos de jazz. Pero como decía Picasso “los grandes artistas copian y los genios, roban”.

La mortadela gigante entre las mesas
La mortadela gigante entre las mesas

Fuimos a la cámara de frío (a 14 ºC) donde se encuentran los quesos, y era una preciosidad. Cuenta con más de 90 referencias y es la 2da más grande de la ciudad. Se cierra la puerta de cristal tras de tí y estás en un oasis de tranquilidad. En las vitrinas (a 6 ºC) encontramos una amplia selección de quesos regionales y franceses. El destino hizo que me topara de nuevo con el Comté, que decía que era reserva, pero seguro que no tan exquisito como el que nos sirvieron en el Drolma (del 2005).

Foto hecha desde dentro de la cámara de quesos
Foto hecha desde dentro de la cámara de quesos
La acertada selección tipográfica del menú
La acertada selección tipográfica del menú

Otro concepto que me gusta del Cornelia es que todo lo que sobra en la mesa, lo pueden envasar al vacío (tienen dos máquinas para ello) y de lo llevas “doggie bag” style, pero en nuestro caso no sobró nada de nada. La carta satisface todos los gustos, los entrantes y ensaladas muy variados, una selección de pastas (hechas a mano en el Cornelia), risottos, hamburguesas, makis… todo muy variado y amable. Pedimos para compartir una ensalada de queso de cabra con embutido deliciosa, un burrata regada con aceite de trufa, unas verduras braseadas y luego pidieron todas menos yo el tartar de atún (he vetado el atún en mi vida desde que está en peligro de extinción) y yo me pedí un Cronelia maki. Mucho vino y cerveza después, pedimos 5 postres para compartir: tiramisú, tarta de queso, fondant de chocolate, no recuerdo qué más y brownie. La verdad es que este fué para mí el punto más flojo, aunque el brownie estaba muy bueno. Me pareció caro por lo que comimos, pero lo disfruté, y valió muchísimo la pena estar en un sitio tan diferente y con un concepto tan nuevo en nuestra ciudad. Ya no hablemos del cuidado en todo lo gráfico. Empezando por el logo, claramente inspirado en los restaurantes neoyorkinos, pero copiado con muy buen gusto. La mezcla de tipografías usadas en el menú, la señalización de los diferentes puestos del mercado, las etiquetas de los precios, los delantales de los camareros, los vinilos en las cristaleras con el logo y con las secciones… todo está hecho con muchísimo empeño y la estética está muy, muy cuidada. Como diseñadora gráfica valoro muchísimo la integridad de este proyecto. Mis más sinceras felicidades al estudio de diseño y al que ha desarrollado este paraguas conceptual tan acertado. Aunque recién abierto, este local es ya todo un clásico, y lo digo entre dientes, porque me da mucha pena que esté ubicado donde estaba la Compañía general de la China. Dichoso local. Hay más de 45 personas trabajando para el Cornelia (entre sala, cocina y oficinas) y por lo pude apreciar, todos eran muy amables y serviciales. Le deseo mucha suerte a este ambicioso proyecto y espero poder ir yendo asiduamente para ir descubriendo todos sus destalles y curiosidades, porque sin duda es un sitio que hay que frecuentar e ir conociendo poco a poco y saboreándolo con cariño. Muchísimas felicidades a Carla Tarruella y a su equipo por esta apuesta tan acertada que, entre otras, está avivando nuestra ciudad.

Tartar de atún con guacamole y tortilla chips
Tartar de atún con guacamole y tortilla chips
Cornelia maki
Cornelia maki
El brownie the best!
El brownie the best!
4 pensamientos en “CORNELIA, UN RESTAURANTE DENTRO DE UN MERCADO”
  • ¡Hola!

    Hace unos días que he descubierto tu blog. Imposible olvidarlo. Leyéndolo, se nota enseguida que eres diseñadora gráfica: el aspecto, los dibujos, la tipografía… y también el estilo literario y la ortografía.

    Las recetas que propones, los productos, los restaurantes que recomiendas… me parecen estupendos. Y además creo que todo es a precios muy asequibles. ¡Cómo se nota que eres madre trabajadora!: he visto que tienes un hijo pequeño, y además te encargas de cultivar tus propias plantas. Y por si fuera poco, las clases de cocina en la Hofmann, mantener el blog… ¿cómo tienes tiempo para todo? ¡Se nota que te gusta trabajar duro! Y lo mejor es que da la impresión que eres muy fresca y “trendy”… Además de temas culinarios, tendrías que darnos lecciones de cómo tener tanto estilo.

    Nuevamente, mis felicitaciones. ¡Seguiré leyendo tu blog con curiosidad!

  • Srta. Lisi:
    Me ha encantado poder leer el artículo sobre el Cornelia. Me alegro disfrutárais y confieso que me divertí mucho con vuestra visita.
    Aprovecho para felicitarte por tu delicioso blog el cual voy a seguir atentamente a partir de ahora.
    Un saludo y fins aviat!

  • Ayer dia 12 de Julio estuvimos en este restaurante que nos recomendaron. El lugar muy neoyorquino i y “chic”. El servicio muy lento, 45 min. para una ensalada que además la trajeron equivocada. Tardaron otros 20 minutos para traer la pasta que habíamos pedido al principio. El camarero (por accidente) rompió una copa en medio de la mesa mientras rallaba el queso. Pedimos que se restituyera la bebida que se virtió y luego pedimos el postre. Otra mesa contigua se quejaba de la lentitud. Fuera en la terraza pedimos un café y no nos decidimos por otra bebida, el camarero se impacientó y nos contestó: ¿”Entonces que, se deciden o no?”.
    Entre todo no tuvimos una buena experiencia de la visita. Hay que mejorar el servicio o la gente sólo irà a ver el ambiente…

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