La Pubilla. Plaça de la Llibertat 23, 08012 Barcelona. T: 93 218 29 94. Menú de mediodía: 12 euros. Sábado carta. Abierto de lunes a sábado para desayunos de tenedor y para comer (cerrado noches).
El martes pasado quedé para comer con mi amigo Sergi, que desgraciadamente está viéndose forzado a cerrar su maravillosa librería gastronómica Know Food. Le da mucha pena, pero dice que necesita poder dormir por las noches porque no llegaba a fin de mes vendiendo libros (el margen de venta es muy pequeño). En realidad, nos da muchísima pena a todos, ya que la tienda era una maravilla y sabe mal que una persona que abre algo con tanto cariño, se vea en la obligación de cerrar para subsitir. Añoraremos las charlas de Sergi en su tienda, generoso y apasionado con todo lo referente al mundo culinario. Pero su amor por la cocina no se acaba aquí. Sergi llevaba meses hablándome de su amigo Alexis, que iba a abrir un restaurante, así que el martes nos llevó ahí y nos hemos llevado una gratísima sorpresa. También vino con nosotros Bettina y nuestra amiga americana Johana, que tiene el blog Barcelona Bites que también aparece en mi blogroll (thanks again for the ginger cookies). Al entrar, me encontré sentado junto a Rai a mi amigo Latin, un incondicional de los restaurantes y del buen comer, ya una garantía y un buen comienzo.
La Pubilla es un restaurante de cocina casera que abrió este agosto el chef Alexis Peñalver (1974), que ha trabajado desde que en 1996 terminó sus estudios en la escuela Sant Ignasi, en el restaurante Akelarre, en Casa Calvet, en Casa Juliana y en diferentes caterings… pero siempre con el sueño y motivación de abrir su propio restaurante. El nombre del local lo han mantenido del establecimiento anterior, por eso el cartel y el toldo de la entrada son tan auténticos y tienen tanta solera, un anticipo a lo que te vas a encontrar dentro. No puede gozar de mejor ubicación, ya que se encuentra en una de las calles lindantes del nuevo Mercat de la Llibertat, donde hay muchísimo tránsito. Es un lugar fresco, familiar y de cocina sincera. La decoración es sencilla, sin pretensión, pero con un punto moderno que se lo da precisamente el hecho de no querer ser nada de lo que no es. La luz y acústica son agradables y te hacen sentir como en casa.
Alexis Peñalver (1974) desde 1996, año en el que acabó la escuela Sant Ignasi, siempre quiso montar su propio restaurante, pero antes tuvo que pasar por el Akelarre, Casa Juliana, Casa Calvet y por diferentes caterings. En Casa Juliana conoció a Dídac, el jefe de sala, que en gran parte atribuyo el éxito del funcionamiento del restaurante ya que es cocinero y comprende bien los ritmos, timings y comunicación entre sala y cocina. Todo fluye, y eso se nota en el ambiente. Hay 4 personas trabajando, 2 en cocina y 2 en sala. No se reserva mesa para comer en las horas de más afluencia, de 14h a 15h, pero sí antes o después. Cuando te sientas, no te hacen esperar demasiado, además de que te traen unas olivas, las bebidas y luego te traen la carta. Todo bien coordinado y entre plato y plato un tiempo de espera correcto. Si llegas solo o con prisa, siempre puedes optar por sentarte a comer en la barra. La Pubilla tiene un claim muy certero ” Cocina casera de mercado que hace cantar a los ángeles”.
El menú del martes consistía en un plato a escoger entre la ensalada de granadas, cebolla roja y codonyat con vinagreta, porrusalda con bacalao confitado y espinacas a la catalana salteadas con paneta rustida. Todos los platos sabrosísimos y muy bien presentados, equilibrados de porciones y de colores. De segundo se podía escoger entre bonito con tomate semi-confitado al horno, costillas de cordero con berengena y queso de cabra y lengua de ternera guisada con crema de patatas. Todo acompañado por un pan excelente de la panadería Solà, en Agramunt. Denso y de corteza crujiente, podría habérmelo comido como primer plato, buenísimo. ¡Y con lo que cuesta encontrar buen pan! De postre, mel i mató, naranja preparada o helando de dulce de leche.
La comida es excelente, de primerísima calidad y con la elaboración y sofisticación perfecta. Los platos son de toda la vida y para toda la vida, porque de esta cocina no te puedes cansar. De hecho todo lo contrario, porque cuando sales de su puerta ya estás deseando volver. Los que llevan el restaurante son cercanos, como su comida, y consiguen fidelizarte por la sinceridad de su propuesta, tanto gastronómica como humana. Estuve hablando con Alexis después de comer, y se le veía muy ilusionado y comprometido. Curiosamente me dijo que en lo que se quería especializar era en los desayunos de tenedor. En esos abuelitos de la Plaza de la Llibertat que llegan a las 10 de la mañana y se toman una tortilla con panceta, terrina de morro y samfaina acompañados con una copita de cava. Desde luego una buena manera de empezar el día. Te deseo toda la suerte que te mereces Alexis.