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LE CHATEAU BRANGOLY, ENVEIG

Le Châteu Brangoly. 4 Rue de Brangoly, Enveig, France. T +33 468 049 255. andilanahotels.com

Le Château Brangoly
Le Château Brangoly
A 12 kilómetros de Puigcerdà, en el Languedoc-Rosillón, encontramos el pueblo de Enveig, en el que se halla la aldea de Brangoly, donde está sito el Castillo homónimo. El camino para llegar a este romántico hotel es mágico, curvas con paisajes inolvidables en los que ves las montañas y valles de La Cerdaña que están preciosos en esta época del año. Pero lo mejor son los últimos 4 kilómetros, en los que te encuentras en un parque natural. El entorno es simplemente bello. Te enamora.
Entonces llegas a la entrada del Château y te encuentras con lo que ves en la foto, una antigua granja noble que se ha dejado intacta para que el huésped pueda disfrutar del contraste del exterior con la reciente reforma interior. Hace tan sólo 3 años, el grupo Andilana (Balthasar, La Polpa, La Fonda, Market… y un largo sinfin de restaurantes en Barcelona y algunos otros hoteles como el Trías de Palamós o la Malcontenta) compró este inmueble rebosante de “charme”, guiados por la sensibilidad que les caracteriza.
Se convirtieron las 17 estancias  -cuando era la residencia del antiguo ovispo de la Seu d’Urgell- en 7 habitaciones para los huéspedes, que oscilan entre los 35 metros cuadrados la más pequeña a las más grande que cuenta con 65. El hotel lo lleva Quim, quien muy amablemente me cuenta que en un futuro próximo tendrán a disposición un apartamento. El restaurante corre a cargo de Eduardo Modolell, que tras estudiar en la Hofmann, había estado previamente en Cal Pep y contaba con catering propio. Él se ocupa de los menús personalizados que crea cada día para los diferentes comensales de la table d’hôtes, que significa que en el restaurante la preferencia la tienen los huéspedes, y que en caso de haber disponibilidad, pueden acceder los externos. El comedor es pequeño, íntimo y tranquilo. La luz es ténue e invita a disfrutar sensorialmente al máximo la experiencia.
El menú que ofrecen es de temporada y de proximidad y cuenta con un primero, un segundo y un postre por 30 euros (bebidas a parte). En nuestro caso, hemos comido de primero unos raviolis rellenos de bacalao y tomate con verduras a la mallorquina con aceite de albahaca (buenísimo).  De segundo plato, una hamburguesa de ternera con cebolla confitada, ketchup casero y patatas del huerto de Brangoly. El pan casero elaborado  por el hotel. De postre una tarta tatín (receta de la Hofmann). Y para beber un maravilloso vino Ollamendi. Hemos acabado con unos gin tonics con jarabe de flor de saúco. Todo muy bueno.
La filosofía del lugar es tratar a los comensales como si estuvieran invitados a una casa. Y lo consiguen. Se sirven productos frescos de la comarca. Para desayunar se puede degustar sus propias mermeladas, el pan casero y los croissants recién hechos. La clientela el principalmente catalana y está abierto todo el año. Recomendado para escapadas románticas y lejos del estrés. Aquí no hay cobertura, y se agradece. Al salir de la cena, nos hemos quedado fuera a mirar el cielo estrellado en la noche de San Lorenzo y no nos hemos ido hasta que cada uno de nosotros viera una estrella fugaz.
Una bonita noche.