Restaurante La Balsa. c/ Infanta Isabel 4, 08022 Barcelona. T 93 211 50 48. Precio medio: 45 euros. Menú balsámico: 30 euros. www.labalsarestaurant.com
Hace unos días, las hermanas Isabel y Cristina Güell, 2da generación, nos invitaron a comer a La Balsa. Su madre Memé junto con su hermano Toni Lopez de Lamadrid, abrieron las puertas de este restaurante hace ya 3o años. Me hacía mucha ilusión ir, y no sólo por ver a mis amigos, sinó porque era un lugar que frecuentaba con mis padres y le tenía muy buenos recuerdos. La verdad es que al entrar y dejarme seducir por la arquitectura y vegetación, lo primero que me dije a mí misma fue “¿Porqué has olvidado este restaurante?”. Es un restaurante emblemático de la ciudad, donde siempre se han encontrado personalidades del mundo de la cultura, política y sociedad, sin embargo, se te puede olvidar fácilmente. Es cierto que no está en una zona de paso, pero si te desplazas, seguro que no te arrepientes, porqué al llegar, te da la sensación de que estás en un buen restaurante en un exótico país tropical y te invade una paz y armonía difícil de conseguir en cualquier otro lugar febril del centro de la urbe. Oscar Tusquets y Luis Clotet ganaron el premio Fad de arquitectura en 1979 al construir este restaurante sobre una balsa de regadio. De el nombre con el que bautizaron el restaurante. Arquitectóniamente fueron valientes e hicieron una apuesta segura, creando un edificio que a pesar de ser puntero, es atemporal. Subes unas escaleras y entras en una especie de cabaña de madera balinesa que alberga un amplio y agradable comedor con grandes ventanales que dan a la terraza que lo rodea. La mesa en la que nos sentamos está frente a una chimenea y la mesa sobre una alfombra y parece que estés en tu casa. La terraza que voltea el comedor, al contrario de lo que pueda parecer, está cerrada con unos gruesos cristales -con lo cual se puede disfrutar todo el año- que hacen que la vegetación forme una parte fundamental en la decoración.
En la zona de comedor interior, se puede degustar el menú balsámico, más económico y que pretende refrescar, rejuvencer y aligerar las comidas. Éste se compone de medias raciones de platos exquisitos como la tosta de guacamole con manzana verde y salmón, los pimientos rellenos de carne (el plato de toda la vida de la bisubuela de Cristina e Isabel), la tosta de burrata, higo y albahaca o la ensalada de lentejas con vinagreta de curry. En la zona de la terraza, el menú es el de siempre, y puedes disfrutar de la buena cocina de estilo mediterráneo e internacional, con su oferta de carnes y pescados de alta calidad, sus exquisitos postres y un muy buen servicio. Desde aquí un saludo a Javier, que lleva en la casa desde que se abrieron sus puertas y otro a Angel, el sumiller. Las comidas en La Balsa pueden ser reposadas, relajadas y con largas sobremesas si así lo deseas. También hay una pequeña zona para comer más informalmente, decorada con muebles nórdicos de los años 50, realmente apetecible.
Con este lavado de cara tanto en la oferta, en la decoración y en el grafismo de la mano de Cristina Güell, deberíamos recuperar La Balsa en nuestro circuito de restaurantes y rejuvencerlo, ya que no sólo las generaciones de por encima nuestro difrutan de un lugar tranquilo y agradable como este sinó que nosotros, cada vez más, necesitamos aislarnos y encontrar el calor y la paz en estos pequeños placeres de la vida. Todos queremos en determinados momentos, un lugar íntimo donde poder conversar tranquilamente con amigos, escuchar música suave, comer con la iluminación justa, rodearse de vegetación y sobretodo, un lugar donde poder comer bien. En resumen, La Balsa es un lugar balsámico para los sentidos que no hay que olvidar.