Brunch en el Hotel Majestic. Paseo de Gracia 68, 08007 Barcelona. T 93 488 17 17. Horario: los domingos desde las 12:30h hasta las 16h. Precio: 52 euros por persona. Niños: 29 euros. Menores de 4 años: gratuíto.
No hay nada mejor que levantarse un domingo con hambre y poder empezar a llenar el estómago a partir de las 12:30h (es el lugar en el que se puede tomar el brunch más temprano de la ciudad). Está claro que el concepto del brunch aún no está arraigado, y a la gente aún le cuesta comer tan temprano, pero no hay nada mejor que comer dilatadamente durante horas e incluso poder acabar con unos gin tonics o con cualquier otro cóctel.
Cuando vivía en Nueva York, el brunch era lo más esperado del fin de semana, ya que el ambiente, la ubicación y la oferta gastronómica eran insuperables. Se convertía en todo un plan del día que giraba en torno a dónde ibas a comerlo. Recuerdo ir en repetidas ocasiones al Gitane’s, al Lucky Strike o al Schillers, convirtiéndose el paseo hasta llegar a ellos en toda una aventura, entrando y saliendo de tiendas de ropa vintage o pequeñas galerías de arte.
En este caso, no es lo mismo, pero sí podremos disfrutar de nuestra maravillosa Paseo de Gracia, tan transitada por los turistas y a veces tan poco nuestra. Bueno, pues esta vez, ya iba siendo hora de aprovecharse de lo que tenemos, y frecuentar el mítico Hotel Majestic. Antes era meca de la alta gastronomía con el Drolma, que cerró sus puertas en el 2011 y estaba regentado por el chef Fermí Puig. Pero el hotel no ha bajado el listón. Esta oferta gastronómica ahora viene de la mano de otro grande: el aclamado chef Nandu Jubany.
El comedor está ubicado en la primera planta y ha sido recientemente renovado. Es luminoso, amplio y cómodo. La idea es en el futuro poder abrir las puertas al patio y poder comer en la terraza, pero de momento en el comedor interior se está muy, muy bien. El brunch empieza por una copa de Moët & Chandon que no dejan de rellenar generosamente. Y luego el recorrido recomendado es empezar por el buffet frío, en el que encontramos marisco de primerísima calidad (ostras, navajas, gambas, caracoles…), pescados (blinis de salmón ahumado, salmón pochado, algas, y caviar de trucha, steak tartar, rodaballo con crustáceos al azafrán…) ensaladas variadas (rusa, de bogavante con puré de ají amarillo y lima, ceviche de vieiras con aguacate y cebolla roja, ensalada César…) u otros platos como el salmorejo con mojama, la caña de lomo, una generosa selección de embutidos ibéricos, otra de quesos con frutos secos o una excelente oferta de panes de Triticum para acompañar. La verdad es que es para volverse loco. Y más si puedes rellenar tu plato cuantas veces quieras. Pero lo imporante aquí no es la cantidad, sinó la calidad. Tu plato lo llenas, pero de exquisiteces que degustas lenta y tranquilamente. No hay prisa, tienes 4 horas por delante. Tiempo suficiente para digerir una y otra vez y poder probarlo casi todo.
Una vez degustadas estas maravillas frías, nos disponemos a ir a la zona del showcooking, en la que se pueden catar los platos calientes. Entre ellos, merluza al pesto, risotto de ceps, raviolis de requesón, espinacas y piñones (la pasta fresca también se hace en el hotel), una reinterpretación del clásico “pepito”, canelones de pollo de payés asado, alcachofas con brandada de bacalao, huevos Benedictine (no pueden faltar y están realmente exquisitos) o dumplings de pato a la naranja. Todo realmente exquisito, no le puedo poner ni un pero. Ya sé que el precio parece caro a primera instancia, pero cuando estás ahí, no te lo parece, vale mucho la pena.
Y cuando crees que el festín ha terminado, te diriges con asombro al rincón de los dulces y te dejas seducir por su tarta tatin, su pastel de limón, sus cupcakes varios o su bollería. Y si sigues in the mood (cierran la cocina a las 16h, lo que no quiere decir que no puedas alargar tu sobremesa), pues continúas con un gin and tonic.
Pero atención a los padres de niños pequeños: el brunch del Majestic es el único de la ciudad que también tiene oferta para los más pequeños. Hay un buffet especial para ellos servido en mesas bajitas y decoradas de tal forma que hasta te comerías el mobiliario. Se ofrecen los clásicos platos infantiles que siempre funcionan: carne y pescado rebozado, puré de patatas, macarrones, patatas fritas, pizza o mini hamburguesas. Y de postre, barra libre de gominolas, nubes, Lacasitos, Conguitos, cupcakes o galletas de chocolate chip o de peanut butter.
Sólo puedo decir que este descubrimiento alegró mi domingo y me hizo estar orgullosa de mi ciudad. Me sentí feliz de salir a pasear por Paseo de Gracia con el estómago lleno de comida deliciosa de primera calidad y también con ganas de compartirlo y de volver con mis seres queridos.